Los Pumas y Jaguares
Opinión
Los Pumas, un triunfo y lo mental
Luego de un regular primer tiempo, ante quizás el más flojo equipo australiano de los últimos años, Los Pumas tuvieron en la capacidad de reinventarse, el gesto de lavarle la cara a su juego e ir a buscar un partido que estaba al alcance de la mano ganarlo, como también dejarlo ir.
Ese factor mental, de no dejar pasar la posibilidad, fue determinante para salir airosos de un partido que a tres minutos del final estaba perdido, cuando Los Pumas buscaban la estocada final y una intercepción casi les borra la sonrisa a los argentinos.
Desde el juego en sí, el equipo de Michael Cheika mejoró su line, tuvo algunas falencias a la hora de plantarse en el scrum y levantó el nivel en la primera línea defensiva, con tackles positivos y gran actitud en la vehemencia general, cuando Australia lo intentó atropellar.
Eso, desde lo actitudinal, contagia y es el inicio de un camino si se quiere buscar regularidad. Pero no es todo. La conducción (9 y 10) necesita consolidar su comunicación, su rol central y trasmitir confianza. Por momentos usaron y abusaron el uso del pie en kicks y “rastrones” sin destino, y en otros momentos, se chocaron con malas tomas de decisiones. En el complemento, hicieron todo lo contrario. Se amigaron con el ABC del patrón de juego y acomodaron el timón.
Un párrafo aparte merecen las actuaciones de Mateo Carreras y Juan Martín González. Cada vez más consolidados y mentalmente sólidos en sus funciones, efectivos y rápidos a la hora de tomar decisiones. Sus producciones deben ser el botón de muestra para los que se quieren ganar un lugar de caras a un mundial donde la regularidad es fundamental.
El 34 a 31 final ante Australia invita a mejorar. Los Pumas tienen con qué y les sigue faltando el cómo en algunos pasajes. Pero siempre es mejor desde lo mental, buscar esa mejoría ganando. Es decir analizar un todo desde el triunfo mismo.
Ganar eleva el autoestima, y más cuando un equipo busca equilibrar su juego con (goza y ataca) y sin (sufre y defiende) la pelota, desde la posesión misma. Con todo lo que implica desde las emociones, estar por cerrar un partido, inmediatamente pasar a perderlo, y luego terminar ganándolo.