Martes 23 de Abril de 2024

17/04/2021

Entrevistas

El arte ovalado según Mariela Bellotto

Patricio Guzmán

Redactor de Tercer Tiempo Noa

Desde Concepción de Tucumán, la figura de la Licenciada Mariela Bellotto se asoma pintando un paisaje de ensueños y en su diversidad absoluta, emerge con pinceladas que trascienden el arte de sus pinturas. Sus paisaje también abarcan expresiones ovaladas por un legado familia que la marcó a fuego. En su tinta indeleble, TERCER TIEMPO NOA detiene su reloj periodístico para paralizar el tiempo y contarles a sus lectores parte de su gran historia. La de una artista total.

 

El despertar de una pasión servicial

“Tenía 18 años cuando decidí comenzar a pintar. Andaba por la vida dando brincos y buscando embellecerlo todo”- comienza afirmando Bellotto, mientras la recordación viaja a 1989 cuando gana su primer premio por un mural en la “Perla del sur”. Desde aquél tiempo a la fecha, su obra no paró de crecer, ni parece tener techo. “Desde que comencé a pintar, la pasión me llevó a poner mí obra al servicio del prójimo”- agrega, mientras no deja de señalar que su romance de alta escuela comenzó cuando vio en el Museo Nacional una pintura titulada “Sin pan y sin trabajo”. Admiradora de VicentVan Gogh, creadora de un estilo de arte social involucrado por lo vallisto, lo urbano y lo sobrenatural. Bellotto habla y sus palabras no desentonan con su pacífica tonalidad. Sus cuando viajan por espacios indistintos y habían tierras diversas. Pueden abrazar un tango en Europa, como engalanar un museo en centro América. Significan mucho y dignifican a Tucumán aún en cada casa que adorna sus paredes con la desnudez de sus musas.

 

El cuero ovalado en su arte

El rugby y la artista son algo unísono en las manos y el pincel.Se mueve con la misma densidad de emotividad, ya que Mariela encontró en la hermandad de Javier Bellotto una noción en primera persona del real significado de un deporte donde el esfuerzo, el sudor y la espiritualidad también podian plasmarse en sus pinturas. “El liderazgo de Javier en Huirapuca, como en Los Naranjas o cuando le tocó vestirse de celeste y blanco y representar al país, me fue dando una pincelada de entendimiento de que el rugby también podía ser expresado en colores”- añade quién es parte de obras donde la Virgen del Rugby se vuelve protectora de los que les piden triunfar y hasta no lesionarse.

-¿Cómo es salir del contexto normal de tu arte y pintar rugby?

- Es trascendental. Salir de las galerías es maravilloso. El pincel al servicio del rugby en un Seven como en de Tafí es como estar en casa. Es como estar en casa cocinando para mis hijos Isaías y Nahuel antes que se van a Huirapuca a jugar algún partido importante. El rugby en mí casa es carne de mí carne. Mis hijos desde niños eran las mascotas de mis hermanos Ariel y Javier que metieron el virus del rugby en casa. Allí se armaban picaditos con mí ex marido Vitín Montoya, mí sobrino Lucas Bellotto, que se sumaban a tardes de domingo inolvidables. El rugby fue y es en mí hogar el pan de todos los días. Cómo no pintarlo. La vida del arte y el rugby se unen en muchos momentos y en instantes inolvidables, por ejemplo cuando en 1995 la pelota por el cielo decreta que los Sudáfrica es campeón del mundo y vence a los AllBalcks del poderoso Lomu. Luego cuando Nelson Manuela entrega la copa y el estadio de estar mudo por la patada final, pasa a estallar de alegría. Todo eso es arte.

 

Una vida en la cancha

Mariela bebió de ese néctar que creó William WebbEllos. Su figura fue divisada en diversos campos, acompañando, alentando y atendiendo sus hijos. “Recuerdo seguir a mis hermanos en Huirapuca, a mis hijos en el rugby infantil y aún tengo el aroma de las postales de tardes mágicas preparando las mamadera y cambiando panales”- recuerda. Su familia toda respira rugby y Mariela no tuvo ni tiene escapatoria de charlas interminables entre tackles y conversiones. “Los vínculos con el rugby son de una enorme profundidad para mí. Los valoro por qué tienen que ver con mí gente y mí tucumanidad. El deporte tiene una simbología que acuna El compañerismo, la amistad y sus valores. No concibo otra forma de devolverle al rugby por todo lo que hizo por mí familia que pintarle lo mejor de mí”.-evoca emocionada. Sus obras al aire libre llevan perfumes de césped recién cortado. También el olor de la sangre que explota de sacrificio y de las vendas dónde se comen las intenciones por batallar.

Sueño de colores

Mariela sigue soñando desde su atelier. Su rincón artístico dónde su jerarquiza nacional e internacional saca nuevos artistas desde su profesorado, está pronto a cumplir una década de libertad y creatividad. Sus espacios ovalados no quedan al margen de sus anhelos. Tiene objetivos y su ensoñación la lleva a afirmar: “Amo pintar rugby en el Seven de Tafí del Valle, es como pinrag en casa. Pero te confieso algo, meencantaría llegar a pintar en un mundial. Sería sublime”.

 


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