Un sabalero y su familia disfrutaron del seven

“Tucumán, tierra donde el amor se hizo provincia” y “Llegando pa, Tafí del Valle, toda el alma se me vuelve zamba" – es un dúo de poesías que se hicieron canciones en la voz de los Tucu Tucu.

Una fuente de inspiración que sube y baja por el cordón vallisto y se pierde para luego ser encantada en la selvática cumbre de un Tafí del Valle que se abre cada año generoso a sus visitantes, con el seven como pretexto.

En esa apertura turística son muchos los amigos que nos visitan. Del rugby principalmente. En ese “descubrir” si es verdad que el rugby de Tucumán es tan pasional y Tafí es tan bello, desde Santa Fe, con el club Charoga como marca registrada, Martín “Kika" Maignien, viajó con su familia al suelo tafinisto. “Quedamos encantados. Esto es increíble. No puedo creer que el rugby de Tucumán se juegue en un paraíso”- afirma asombrado.

¿Qué te pareció Tafí y su seven?

Tengo mil formas de describirlo, pero en todas me quedo corto. Estoy maravillado de su paisaje, su gente y del juego tucumano que siento como propio desde su sentir tan pasional. Venir a disfrutar con mi familia es doblemente gratificante y más su se visita amigos de Aguará Guazú, donde José e Ignacio Lescano como amigos principales y hermanos del rugby. Vine muchas veces a Tucumán, jugué el Veco Villegas y me enamoré de su juego, del tercer tiempo. El nivel de seven es tremendo y sacrificado por su clima cambiante y por todo lo que implica jugar en las alturas.

La “Kika" se abraza para la foto con la aguilarense y anfitriona Griselda Lescano y sus compañeras santafesinos de viaje Verónica, Juana y Dana. “Nos quedamos en Tafí y pasamos para Cafayate. Es imposible venir a Tucumán y no ver su rugby y luego extrañarlo al partir. Soy un negro Sabalero de Colón, criado rugbisticamente en Charoga que admira profundamente al rugby del Jardín de la República”- afirma antes de partir y prometer que regresará.